Prueba de concepto

Las pruebas de concepto adaptan y mejoran las ideas para que tengan un mayor potencial de aceptación en el mercado.

En concreto, las pruebas de concepto:

  1. Evalúan el atractivo relativo o absoluto de una idea, configuración o posición alternativas de un producto.
  2. Indican cuáles son los segmentos concretos de la población a los que les atrae el producto.
  3. Proporcionan la información necesaria para el desarrollo del producto, así como para su promoción, distribución y determinación del precio.

Las pruebas de concepto ofrecen conclusiones para diseñar un producto o servicio mejor. Además, permiten evaluar el éxito de estas ideas de productos nuevos antes de su comercialización. El mejor momento para realizar las pruebas de concepto es aquel en el que el concepto ya ha sido desarrollado e incluye las características del producto, el posicionamiento deseado y la personalidad de la marca prevista. Las pruebas de concepto evalúan el concepto principal a través de un guion gráfico, bocetos, gráficos o incluso una maqueta del producto.

Otra función muy importante de las pruebas de concepto es mitigar los riesgos financieros del fabricante, ya que sería demasiado costoso convertir cada idea en un producto, comercializarlo, y que este fuera un fracaso, debido a las grandes pérdidas económicas que comportarían. Las pruebas de concepto permiten que los fabricantes centren el esfuerzo que requiere un nuevo producto en las ideas que tienen mayor potencial para así tener éxito en el mercado. Por lo tanto, el término «prueba de concepto» en ocasiones también se entiende como «proof of concept», que hace referencia a las previsiones de viabilidad comercial y las cuotas de mercado que a menudo se precisan para financiarlo

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